U2 – Songs of Experience
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Los noventa fueron una etapa extraña para la generación de músicos que había triunfado durante la década preliminar. Todos mantuvieron su popularidad en los charts y, al mismo tiempo, editaron elepés que no terminaron de convencer al público. Reverberation de Echo & the Bunnymen, Thank You de Duran Duran, Raoul and the Kings of Spain de Tears For Fears, Wild Mood Swings de The Cure, New Adventures in Hi-Fi de R.E.M., Ultra de Depeche Mode y, en el caso de U2, Pop (1997).
Pop, aunque no pudo considerarse un fracaso de ventas, hizo que la banda percibiera que había llegado demasiado lejos con su propuesta destinada a las pistas de baile. Los fieles que habían apoyado los devaneos espaciales de Zooropa (1993) y las melodías emparentadas con la cultura dance de Achtung Baby (1991), se llevaron las manos a la cabeza al escuchar «Discothèque». Las acusaciones de blasfemia, frivolidad, venta al mainstream y traición a su propio legado no tardaron en aparecer en los medios. Con lágrimas en los ojos, los críticos añoraban los tiempos de «With Or Without You». Las consecuencias serían inmediatas.
A partir de entonces, el grupo dejó de avanzar hacia el futuro para retroceder al pasado. El riesgo desapareció de sus composiciones a favor del clasicismo y del retorno a las bases que ellos mismos habían cimentado. Irónicamente, muchos de los detractores que en su momento no pudieron escuchar Pop de principio a fin, luego lo reivindicaron como la última obra maestra de la formación.
Veinte años después, Songs Of Experience (Universal, 2017) —secuela de su anterior trabajo enfocado en los recuerdos de juventud— se centró en la perspectiva de la edad madura: experiencias vitales de la banda, el paso del tiempo y la veteranía que aportaba la vida. Aunque la nómina de productores (Steve Lillywhite, Ryan Tedder, Jacknife Lee, Jolyon Thomas, Andy Barlow) fue más extensa de lo habitual, el disco no se resintió a nivel sonoro. Mientras grababan el álbum, los irlandeses se encontraban de gira promocionando el trigésimo aniversario de su obra maestra The Joshua Tree (1987). U2 se mostró muy cómodo en la posición que ocupaba; no sintió la necesidad de arriesgarse o explorar horizontes desconocidos. Las duras críticas recibidas por distribuir gratuitamente en iTunes Songs Of Innocence (2014) para millones de posibles compradores les hicieron publicar su nuevo elepé de forma tradicional. Daba la impresión de que, debido a su estatus de superestrellas, siempre quisieran complacer a todo el mundo.
La portada de Songs Of Experience —a la estela de Boy (1980) y War (1983)— resumió el contenido de la nueva propuesta de los irlandeses: un sonido apegado a la nostalgia con ligeros toques de modernidad. U2, a pesar de ser una de las bandas de rock más exitosas del planeta, nunca cayó en el desencanto ni en el cinismo. Las letras continuaron tratando los temas habituales de su propuesta: paz, medio ambiente, política, esperanza, amor, derechos humanos, justicia social. Dado el estado del mundo, cualquier otra formación habría arrojado la toalla hacía mucho tiempo.
El disco comenzó con «Love Is All We Have Left»: atmosférica, sintetizador de fondo, buen juego de voces. Un tema extraño, teniendo en cuenta que el grupo siempre abría sus elepés con buques insignia. «Lights Of Home», un medio tiempo con piano, solo de guitarra destacable y acompañamiento góspel como colofón, fue uno de los cortes más interesantes del elepé. En cambio, «You Are The Best Thing About Me» resultó un single tan funcional como «The Miracle (Of Joey Ramone)» o «Get On Your Boots». Hacía años que U2 no editaba un himno a la altura de «Vertigo». La canción se desempeñó tibiamente en los charts; ni siquiera el remix junto a Kygo le otorgó cierta notoriedad. Resultó incomprensible que los irlandeses no escogieran mejor sus sencillos de lanzamiento.
«Get Out Of Your Own Way» contó con la colaboración del rapero Kendrick Lamar. Buenos coros, atmósfera positiva, letra sobre lucha y superación. Un corte pop al estilo de «Walk On», «Magnificent» o «City Of Blinding Lights». «American Soul», con Lamar nuevamente en la introducción, fue una de las piezas más rockeras del disco. Mismo estribillo que en «Volcano» del anterior elepé. Un homenaje a la música americana que tanto les había influido durante su carrera. «Summer Of Love», sencilla balada con buen trabajo de guitarras, ganó con las escuchas. «Red Flag Day» remitió al sonido de unos U2 primerizos, en especial por los coros de The Edge y la forma de cantar de Bono. Ideal para satisfacer a los nostálgicos de la formación; todo recordaba a álbumes como War. «The Showman (Little More Better)», con sabor a los años cincuenta, fue otra inmersión en el pasado que hubiera encajado sin problemas en All That You Can’t Leave Behind (2000).
La conmovedora «The Little Things That Give You Away» fue la balada por excelencia del disco. Una pieza en crescendo que, aunque arrancó con lentitud, poseyó un final sobrecogedor. En «Landlady», la banda desplegó todos sus trucos: corte acústico, voz cálida de Bono, sección rítmica sutil, sentimiento de exaltación. «The Blackout», con su guitarra industrial que recordaba a «Zoo Station», fue una llamada a la resistencia. El Brexit y la política represora de Donald Trump sirvieron como inspiración a la hora de componerla. Un necesario ramalazo de energía entre la tranquilidad que amenazaba con lastrar la recta final del álbum. «Love Is Bigger Than Anything In Its Way» fue otra balada marca de la casa, con piano, línea de bajo destacable y mensaje esperanzador. Como despedida, «13 (There Is A Light)» pareció la continuación de «Song For Someone» de Songs Of Innocence: el círculo se había cerrado.
Pocas bandas con una trayectoria tan larga pudieron presumir de la coherencia de los irlandeses. Aunque no se encontrara entre sus obras más excelsas, Songs Of Experience representó otro digno escalón en una discografía sin apenas fisuras. Un trabajo positivo, con aire bíblico en algunos pasajes; un mensaje de luz y amor a la raza humana. Un destello de esperanza entre la oscuridad que reinaba en aquel presente.
Desde entonces, la banda parece haberse instalado en la nostalgia, dedicándose sobre todo a revisitar su propio legado. Más que una fuerza creativa en evolución, U2 se ha convertido en un grupo revival, explotando los éxitos y la imagen de su pasado en lugar de mirar hacia adelante. Quizás su mayor desafío hoy no sea reinventarse, sino recordar por qué alguna vez fueron una banda que marcaba el futuro del rock.