Cogemos aire, hacemos memoria y empezamos. Toca resumir, sin aburrir (se intenta), una nueva edición del Primavera Sound, la más grande, la más multitudinaria si nos hacemos eco de las cifras facilitadas por la organización (170.000 personas han visitado el festival), y quizá la más fría de las que se puedan recordar. Y es que junto a nombres propios como Blur, Tame Impala, Hot Chip o My Bloody Valentine, el frío fue uno de los inesperados protagonistas de un festival que siempre se ha caracterizado por gozar de unas temperaturas de lo más agradables.
Tras mi ausencia el año pasado y con los problemas aún en la memoria de la edición del 2011, ya sea por la tarjeta-monedero, número insuficiente de camareros, aglomeraciones agobiantes, lo primero que hay que destacar es el buen sabor de boca que la cita barcelonesa me ha dejado. Apenas un par de minutos para pedir, pagando en metálico o con tarjeta, ¡gracias!, y un recinto partido en dos, que si bien obligaba a más de una buena caminata, hacía que el público mayoritario se pensase más de una vez su ruta para no estar todo el día del Heineken al Primavera. Aunque duela, la comodidad del nuevo ATP libera el laberíntico recinto del Parc del Fórum en su parte baja, si bien se ha perdido el encanto de tener un escenario recogido y con gradas.
En cuanto a lo musical, en líneas generales, el festival ha disfrutado de un sonido más que convincente, siendo el nuevo escenario ATP el que concentrara los mejores momentos, con una potencia que daba miedo, teniendo en Neurosis uno de los puntos álgidos de la cita.
Pero el Primavera Sound no es solo un evento para disfrutar de la música en directo, es un importante enclave para contactar con otros compañeros de medios e incluso tener reuniones con empresas del sector, cosa que aprovechamos.
Ahora sí, dejémosnos de tanto aperitivo para pasar a los platos principales, tres jornada de buena música y caminatas que bien podrían ser idénticas a las vividas en la Semana Santa sevillana. Uno que tira de tópico localista.
JUEVES


Tras llegar con el tiempo justo antes del anochecer el jueves y ver como el público general esperaba una media hora para canjear su pulsera, pude ver como la extensa llanura del gigante escenario Heineken se presentaba repleta de un público ansioso de degustar el directo de Tame Impala, la primera gran atracción del evento. Los australianos dieron un show consistente y convincente con unos temas que sonaron grandes y brillantes, saltando de Innerspeaker a Lonerism, dejando un poso de banda ya grande con tan solo dos discos y con un futuro más que prometedor.
Primera caminata de vuelta y a paso ligero, a redoble de tambor, que el siguiente paso estaba al llegar, uno con solera y saber estar, Dinosaur Jr. Aunque fuera la presentación en España de I Bet on Sky, ya que su gira dio la espalda a las salas nacionales, el bolo del trío norteamericano fue de todo menos mostrar sus nuevos temas, de los que solo cayeron “Watch the corner” y “Rude”. El resto fue un incesante goteo de temas clásicos del grupo que no hacían sino dibujar una sonrisa en los presentes. “Feel the pain”, “Freak Scene” o “The Lung” fueron algunos de ellos. Hubo tiempo para versiones, como la ya casi suya “Just like heaven” o el fin de fiesta invitando a Damian de Fucked Up a cantar “Chunks”, de Last Rights. De diez.


The Postal Service fueron a comienzos de la década pasada uno de los éxitos “indie” más sonados con su mezcla de electrónica y pop, y su vuelta a los escenarios para celebrar los diez años del lanzamiento de su único trabajo era una excusa muy jugosa para verlos, toda vez que no fue posible hacerlo en su época. Tras un arranque con el acelerador a fondo con “The District Sleeps Alone Tonight” y “We Will Become Silhouettes”, el consiguiente júbilo de los presentes. Un hipermotivado Ben Gibbard no paraba de bailar y contagiar de entusiasmo a unos asistentes que ya comenzaban a sufrir las inclemencias de las bajadas de temperatura, aunque el problema vino realmente cuando al dúo, cuarteto sobre las tablas, le dio por mostrar parte de sus descartes/recuperaciones para la reedición del disco, composiciones que no tienen esa pegada y fuerza. El cierre con “Such Great Heights” y “Brand New Colony” remontó una actuación que por momentos nos dejó un regusto amargo.
Tras reponer fuerzas y perdernos en la feria discográfica, especial reseña al apartado de puestos de cartelería (espectaculares), era el momento de disfrutar de la vuelta de Fuck Buttons al festival. Volvían de nuevo al escenario ATP donde debutaron en la cita catalana allá por el 2007 con su sorprendente debut, y tras el atronador directo del 2010 la asistencia a su bolo del jueves por la noche era una tarea más que obligada, y sin lugar a duda una de las actuaciones de todo el festival. Enlazando temas como si de una sesión se tratase, el dúo británico disfrazó sus composiciones de una vestimenta casi techno dotándolas de una dureza y contundencia abrasadora. “Olympians”, “Ribs Out” o “Surf Solar” eran auténticas bofetadas en la cara y los nuevos temas mostrados huelen de maravilla. Las ganas de tener entre las manos su nuevo disco son enormes.
Una propuesta instrumental también y con la misma intensidad aunque con un sonido 180 grados distinto es la que los madrileños Toundra ofrecieron para cerrar el escenario Vice y casi la primera noche del festival. Con (III) han conseguido una mayor presencia y agrandar su fama de apisonadora en directo, hecho que refrendaron aunque el sonido no fuera el mejor de sus aliados ya que las guitarras en algunos momentos sonaron descompensadas frente a la pegada de la base rítmica. Aun así temas como “Cielo Negro”, “Magred” o “Espírita” nos hicieron vibrar.
VIERNES
Si la noche anterior habíamos dejado el Parc del Fórum con algo de frescor en el cuerpo, la segunda de las jornadas no hacía sino dar más incomodidas al cuerpo con un viento molesto y frío que obligaba a buscar el sol como si fuésemos guiris. Y precisamente de una tierra con mucho sol, Andalucía, llegaron Marina Gallardo y Pony Bravo para abrir boca. La gaditana afincada en Sevilla, subida en el Red Bull Tour Bus, volvió a dar una vuelta de tuerca a su sonido intimista que gana en matices en el directo. Una pena que no disfrutara de un escenario de mayor peso, teniendo que conformarse con esta propuesta algo descafeinada que a la entrada del recinto pasó bastante desapercibida.
Lo de Pony Bravo ya puede decirse que son palabras mayores. En pocos años han pasado de recorrerse distintos locales y enclaves de Sevilla a actuar en los principales festivales del país. Con De Palmas y Cacería han dado un nuevo salto en su sonido y letras, siendo este disco el leitmotiv de su concierto dejando completamente olvidado su debut, cosa que parece justificada en la brevedad con la que se mueven los tiempos en los festivales. Un turista que va a Sevilla o al Primavera Sound, una chica que quiere bailar con la revitalizada “Mangosta” o la fiesta de que da un político neoliberal entre Eurovegas, raves y demás caricuturas dibujadas del mundo musical reflejadas en “Mi DNI” fueron los trazos dibujados por los sevillanos. Descaro y paso firme el de Dani, Pablo y compañía que disfrutaron de la primera gran ovación del viernes, y con Za! apoyándoles en el cierre de fiesta.


El viento gélido nos llevó al lejano ATP, para comprobar qué tal sonaba la propuesta rockera de Merchandise, cuyo sonido fue bastante más limpio y directo del que muestran en sus grabaciones. Concierto de transición para abrir la noche que esperaba un nuevo regreso del combo liderado por Kim Deal, The Breeders, que llegaban al Parc del Fórum, tras su actuación sorpresa en la sala Apolo el miércoles, para celebrar los veinte años de su gran éxito Last Splash. Muchos, nosotros entre ellos, corrieron al escenario cuando a las primeras de cambio soltaron “Cannonball”, y a la misma velocidad desaparecimos rumbo del escenario Pitchfork para ver uno de esos hype de la temporada, la presencia de Solange, la hermana pequeña de Beyonce. Soul y funk, toques jazzísticos tirando más a terrenos de Amy Winehouse, salvando las distancias de la potencia vocal de ambas, que a los de su hermana mayor. Cita correcta y repleta de público extranjero, y que además sirvió para tomar posiciones ante la llegada posterior de Local Natives. La banda de Los Ángeles llegaban a nuestro país con Hummingbird bajo el brazo, la preciosista continuación de Gorilla Manor. Detalles sonoros de un pop dibujado con diferentes trazos de guitarra y un público respetuoso que dejó disfrutar y lo hizo con un concierto que se hizo corto y donde se dejaron las grandes piezas del debut para cerrar la velada. En noviembre la cita en la Joy Eslava está apuntada en el calendario.
En universos completamente diferentes se mueven Local Natives y Neurosis, como ver procesionar a La Macarena y El Silencio, el día y la noche. Y es que si ya de por sí la propuesta de los de Scott Kelly resulta aplastante, si le unimos la fuerza del escenario ATP tenemos uno de los bolos más atronadores de esta edición del festival. Era ir acercándonos a la zona de comida cercana al escenario y se podía escuchar perfectamente, incluso con detalle el concierto de los de San Francisco. Una pena que aguantásemos poco por intentar coger un buen sitio para el que sin duda iba a ser uno de los momentos del festival, la vuelta de Blur a nuestro país, y como buen plato principal que eran tuvieron su aperitivo en forma de concierto sorpresa de The Wedding Present desde la zona VIP aledaña al escenario. Fueron solo tres temas los que David Gedge y compañía nos regalaron, pero a bien que supieron.


Que Albarn y sus muchachos lo tenían fácil para convencer, que el público antes de salir ya estaba casi entregado, blablabla. Pero había que hacerlo, y vamos si lo hicieron. Ya desde el inicio, con una breve “Theme from Retro” usada a modo de intro para enlazar con “Girls and Boys”, la locura se desató. Lleno a reventar para la enorme explanada que una hora antes ya se mostraba medio llena y un escenario Heineken con un sonido limpio y potente. Un Damon Albarn desatado no estaba ni un segundo quieto, corriendo, bajando a cantar con las primeras filas, era un crío con zapatos nuevos. La ristra de singles que poseen es interminable, y aunque cada fan tiene sus favoritos no podemos dudar que “Parklife”, “Country House”, “Popscene”, “The Universal”, “Beetlebum” o “Song 2” debían de estar y ahí que fueron apareciendo con otras grandes perlas con relucen de igual manera aunque para los oyentes menos aventureros sean relleno como “Caramel”, “Trimm Trabb”, “End of a Century” o la nueva “Under the Westway” que sirvió para reanudar el concierto tras el descanso que supuso “This is a low”. Sudor y caras de felicidad repartidas por las miles de almas que no dejaban de corear cada tema como si les fuera la vida en ello. Sí, estábamos ante Blur, una de esas bandas que han marcado la infancia y juventud de más de uno. Pero venga, pongamos una pega, seamos críticos, la próxima vez no vale terminar con “Song 2”, hay otros temas que se lo merecen más.
Las pocas fuerzas restantes estaban reservadas para Titus Andronicus, si bien su último trabajo lo tengo atravesado, sus dos anteriores obras bien merecían la presencia en el Pitchfork mientras que la gran masa cogía la cuesta rumbo hacia The Knife. Sabor agridulce el dejado por un Patrick Stickles completamente borracho, dejando unos parones interminables entre canciones que enfriaban el ya de por sí gélido ambiente al lado del mar. Proclamas en un español chapurreado con el puño en alto solo servían para desconectar de lo realmente importante, su música.
SÁBADO
Parecía que el día se abría con mejores perspectivas climatológicas, no así musicales tras la cancelación de Band of Horses. Un sol que daba de lo lindo y un viento que soplaba con menor fuerza hacían disfrutar de los siempres solventes en directo Guadalupe Plata. Su rock añejo cada vez despierta más simpatías y su legión de fans no para de crecer. La verdad es que es para alegrarse. Gozando de una mejor posición y horario, y yo me pregunto por qué, aparecieron Extraperlo a renglón seguido. Su propuesta tropical tiene de soportable lo mismo que una patada en la entrepierna. La falta de alguna alternativa hizo que al menos disfrutásemos de los últimos rayos cálidos de sol.
La propuesta de poder degustar el último trabajo de Apparat en el incomparable marco del Auditori no era moco de pavo, así que fue la siguiente parada, quizá con demasiado tiempo de antelación, pero al no poder reservar entrada no me quise arriesgar, y la verdad que mereció la pena ver el nuevo lavado de cara de Sascha Ring, quien ya casi nos ha hecho olvidar su fabuloso pasado como geniecillo de la IDM. Acompañado de cinco músicos más, dieron vida a la joya que es Krieg und Frieden (Music For Theatre), ofreciendo más que una simple translación del disco al directo, un espectáculo para los sentidos ayudado por proyecciones y la inigualable sonoridad del recinto del Fórum. Enlazando cortes sin permitir casi ni parpadear y redondeando la faena con la increíble “A Violent Sky”. No hubo otra que ponerse de pie y aplaudir durante varios minutos.


Sin nada que realmente me bajase de la nube, era preferible hacer la parada en boxes y pillar fuerzas para el remate final de festival. Wu-Tang Clan eran la primera parada celebrando los veinte años del debut con Enter The Wu-Tang (36 Chambers), aunque dicha celebración no se viera acompañada por la presencia de todos los miembros originales sobre las tablas del escenario Primavera. Falta de química, un frío que echaba para atrás… vete tú a saber por qué pero poco más de veinte minutos duré ahí.
Vuelta ojeadora por Antònia Font y Thee Oh Sees para recalar ante el genio de Nick Cave y sus Bad Seeds, cuya introducción vino a modo de confirmación por las pantallas del escenario anunciando la confirmación de Neutral Milk Hotel para el Primavera Sound 2014. Sin considerarme un fan absoluto del músico australiano, tengo que reconocer que su actuación del FIB 2005 me metió el gusanillo por conocerlo a fondo, al menos intentarlo, pero en esta ocasión las sensaciones no fueron tan positivas. Si bien sigue destilando personalidad y fuerza sobre el escenario, comiéndose a todo el que se le ponga por delante, el repertorio escogido pecó de cierta linealidad y falta de pegada. Demasiada tensión contenida y pocos momentos de liberación, provocando cierta apatía, lo que finalmente acabó por una retirada a tiempo.


Otros que venían a modo de cumpleaños eran Los Planetas con su Una Semana en el Motor de un Autobús, una de las obras claves dentro del indie patrio. Momento para quitarse de encima toda la plaga de guiris y prepararse para el concierto karaoke y más que previsible catarata de sentimientos que al final se vieron medio retenidos por la frialdad de un público que no terminó de conectar con los granadinos (a excepción de unas primeras filas que desde la parte media se veían disfrutar como críos) y un sonido deficitario en momentos puntuales que restó magia. La exposición lineal del álbum tenía los picos emotivos ya señalados, cada uno tendrá los suyos propios pero para el que aquí escribe la parte final puede considerarse simplemente gloriosa, además de ser temas que J hace tiempo ya que pasó de tocar en directo. Así “Cumpleaños Total”, “Línea 1” y una maravillosa “La Copa de Europa” que hizo incluso llorar a alguno bien valen quedarse en el recuerdo personal. ¿Podría haber sido mejor y más emocionante? Pues sí, pero también habría podido ser peor.
Con las piernas cada vez más cansadas otro paseo hasta el Heineken suponía casi un calvario, pero poder disfrutar veinte años después de nuevo material de My Bloody Valentine en directo bien merecía un esfuerzo. Al contrario de lo que disfrutamos en las anteriores giras por la península (Saturday Night Fiber 2008 y Primavera Sound 2009), el sonido de los irlandeses era demasiado limpio, todo muy cristalino, pudiendo incluso diferenciar las guitarras, y para más inri no dolía el pecho por la potencia del mismo. ¿Eran realmente ellos? Por suerte alguien acertó en corregir lo segundo cuando ya llevábamos algunos temas de su imponente Loveless, fue el momento entonces de poner sobre la palestra los nuevos temas con las voces ahogadas, en particular de la Kevin Shields. Un setlist que ofreció pocas variantes a los de antaño y que esta vez no derritió al personal con la extensión, y casi extenuación, de “You Made Me Realise”. Al final no hicieron falta los dichosos tapones y eso que íbamos preparados.


Como fin de fiesta Hot Chip tenían el honor de poner el broche a esta edición. Casi sin competencia en el resto de escenario, el escenario Primavera se vio desbordado por una multitud con fuerzas y ganas de dar el último salto, el último baile, y vamos que si los dimos. Los británicos fueron encadenando single tras single sin despeinarse provocando el delirio uniendo “Over and Over” y “Ready for the Floor”, sin duda uno de los momentos de todo el festival. El matiz de jam session con el que Hot Chip decoran sus temas en directo les ofrece un toque más bailable y disfrutable si cabe como ocurre con cortes menos movidos (“Let me be him”). La puntilla con “I feel better”, todo un himno que rezuma por los cuatro costados su filosofía. Sin dudarlo uno de los mejores cierres que uno recuerda dentro del Primavera Sound.
Ya más con el espíritu que con el cuerpo nos dejamos llevar hasta el clásico fin de fiesta de Dj Coco, esta vez sobre el escenario Ray-Ban. Colección de hits de todos los tiempos que sirven para ir despidiéndonos de los amigos hasta el año que viene.
Pues eso amigos, hasta el año que viene.