Crónica del concierto de Muse en el Barclaycard Center
Por 12 mayo, 2016 10:062


Con la seguridad que les da saberse en la Champions League de la música, con el apoyo de unos fans que visto lo visto siempre estarán ahí, Muse parecen vivir un momento de calma y de disfrute. Acomodados desde hace ya unos años, los álbumes del trío británico últimamente no pasan el listón tan alto de sus primeras obras; una calidad a la baja que es inversamente proporcional al tamaño de sus shows en directo con cada nuevo lanzamiento, vamos unos U2 o Coldplay de la vida. No voy a decir que Drones sea un mal disco, para nada, malo, mejor dicho lamentable, es The 2nd Law, y casi también The Resistance, pero bueno al caso, que con su última entrega aterrizaron Muse en el Barclaycard Center de Madrid para ofrecer dos noches consecutivas de un gran espectáculo y mucho rock. De los primero tuvimos, de lo segundo ya tal.
Las luces se apagan, los jovenzuelos de las primeras filas rugen, y unas enormes bolas con luces situadas sobre la estructura superior al escenario comienzan a bajar y a moverse sobre el público (vídeo). Anda que como se caiga una encima de la gente la gracia es menuda. ¿Saldrán de dentro de las bolas Muse? Mucha parafernalia de distracción como los buenos magos y ellos que aparecen casi por sorpresa por unas trampillas del suelo con la efectista “Psycho”, la locura. Situados en la gran parte central que gira sobre sí misma, imaginad el mareo del pobre Dominic a la batería y del músico de acompañamiento situado a su espalda durante casi dos horas, Matthew y Christopher tardan poco en comenzar a moverse hacia las plataformas para hacerse sentir más cercanos a la masa histérica. “Reapers” les sirve de réplica. Convence más por la fuerza de su sonido que por ser un gran tema. Parece que el truco les está saliendo bien, pero ¿qué es eso que suena? ¿”Plug in Baby”? ¿Ya? ¿Es una broma? El público disfruta, yo disfruto, no me lo creo. Me gusta el juego de luces, la aparente simpleza de su show, como antaño: guitarra, bajo, batería y para adelante.
La cosa parece que va pero el ritmo es distinto. Hay algún que otro gran tema por el camino, “Apocalypse Please” fue totalmente inesperada, pero la dichosa manía del grupo de alargar los temas y estar supeditados a que primara más el espectáculo de luces, pantallas y demás que las propias canciones hacía que fuera difícil encadenar siquiera un par de ellas y mantener en todo lo alto al respetable, sobre todo al de las gradas, que lejos del calor de la masa necesita de un plus para engancharse. Cuando se atreven con “Map of the Problematique” (¡gracias!) tras la prescindible “Madnees”, me empiezo a oler la tostada que me la están volviendo a jugar como en su última gira. Es que ni Madonna hace tantas paradas para cambiarse de modelito. Con el trío de “Hysteria”, “Time is running out” y “Uprising” parecen querer recordarnos que cuando quieren, saben. ¿Entonces dónde está el problema? ¿En ellos o en mí? Sin duda en ellos cuando piensan que con “The Globalist” pueden hacer la típica escapada de los bises para regresar con “Take a bow”. Error.
Facilona pero coreable hasta decir basta, “Mercy” se crece con el lanzamiento de más confeti que en las fiestas de Ana Mato. Es en estos momentos donde el ego de Bellamy se multiplica. Vuelvo a recobrar las esperanzas de que aún queden varias balas de las buenas en la recámara, pero no, comienza a sonar una armónica en boca de Christopher y eso quiere decir que “Knights of Cydonia” está al caer y el cierre a la vuelta de la esquina. La disfrutamos, la gritamos, pero el poso que nos iba a dejar no era como el de las grandes noches de antaño. Muse han decidido tomar su camino, jugar en la liga de los estadios, las luces, el confeti a chorros, hecho que no se les puede recriminar si a cambio nos dieran esa fuerza y potencia en directo de la que hacían gala a mediados de la década pasada. Ah, ¿y que para el viernes se dejaron “Bliss”, “Citizen Erased” y “Stockholm Syndrome”? Virgen santa. Con eso no se juega.