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Crónica del concierto de Muse en el Barclaycard Center

Por Ignacio Sánchez 2

Muse en el Barclaycard Center

Con la seguridad que les da saberse en la Champions League de la música, con el apoyo de unos fans que visto lo visto siempre estarán ahí, Muse parecen vivir un momento de calma y de disfrute. Acomodados desde hace ya unos años, los álbumes del trío británico últimamente no pasan el listón tan alto de sus primeras obras; una calidad a la baja que es inversamente proporcional al tamaño de sus shows en directo con cada nuevo lanzamiento, vamos unos U2 o Coldplay de la vida. No voy a decir que Drones sea un mal disco, para nada, malo, mejor dicho lamentable, es The 2nd Law, y casi también The Resistance, pero bueno al caso, que con su última entrega aterrizaron Muse en el Barclaycard Center de Madrid para ofrecer dos noches consecutivas de un gran espectáculo y mucho rock. De los primero tuvimos, de lo segundo ya tal.

Escenario Muse en el Barclaycard CenterEl concierto del jueves 5 de mayo iba a ser, si no me falla la memoria, mi octavo encuentro con Matthew Bellamy y compañía. Una cita a la que asistía con algo de miedo tras haber visto a Muse en el Barclaycard Center en sus dos anteriores giras en dicho recinto (con The 2nd Law, de las cosas más horribles de mi vida, y con The Resistance), pero un miedo que se volvía en confianza a medida que se acercaba el citado día; y es que los británicos han sido uno de los grupos a los que más he escuchado en mis años mozos y por el que he sentido gran admiración. Pues nada, en esto que llego al pabellón, tomo asiento y contemplo la nueva criatura de escenario sobre la que Mr. Bellamy previsiblemente hará de las suyas: situado en el centro de la pista un gran espacio circular con dos plataformas menores hacia las que se accedía a través de unas rampas. Venga, que ni una peli en 3D. Tengo las gafas, palomitas y refresco. Arranca el show.

Las luces se apagan, los jovenzuelos de las primeras filas rugen, y unas enormes bolas con luces situadas sobre la estructura superior al escenario comienzan a bajar y a moverse sobre el público (vídeo). Anda que como se caiga una encima de la gente la gracia es menuda. ¿Saldrán de dentro de las bolas Muse? Mucha parafernalia de distracción como los buenos magos y ellos que aparecen casi por sorpresa por unas trampillas del suelo con la efectista “Psycho”, la locura. Situados en la gran parte central que gira sobre sí misma, imaginad el mareo del pobre Dominic a la batería y del músico de acompañamiento situado a su espalda durante casi dos horas, Matthew y Christopher tardan poco en comenzar a moverse hacia las plataformas para hacerse sentir más cercanos a la masa histérica. “Reapers” les sirve de réplica. Convence más por la fuerza de su sonido que por ser un gran tema. Parece que el truco les está saliendo bien, pero ¿qué es eso que suena? ¿”Plug in Baby”? ¿Ya? ¿Es una broma? El público disfruta, yo disfruto, no me lo creo. Me gusta el juego de luces, la aparente simpleza de su show, como antaño: guitarra, bajo, batería y para adelante.

Muse en el Barclaycard Center 2“Dead Inside” nos baja de la nube y nos recuerda en lo que se han convertido Muse en los últimos años. Sin saberlo la cosa iba a empezar a torcerse. Una versión reducida de la preciosa “The 2nd Law: Isolated System” hacía acto de presencia para dar algo de respiro, ¿pero era realmente necesario tan pronto? Primera laguna y vuelta a Drones. Mucho empeño por querer demostrar que su nuevo material vale la pena y “The Handler” es la encargada de subir las revoluciones ayudándose de unas proyecciones de manos gigantes que parecen manejar a los músicos como si fuesen marionetas. Así sí y más si le sigue “Supermassive Black Hole”. Tiembla hasta la grada, pero de nuevo otro parón. Venga vamos… El tiempo con interludios, parones, y momentos de virtuosismo instrumental de relleno comienzan a hacerme torcer el gesto. Parece que me han oído y tiran de “Starlight” con globos gigantes, los clásicos de “Bliss” (qué tiempos aquellos). Aprovechando la libertad a la guitarra que le da esta canción en varios momentos, el bueno de Bellamy se arranca micro en mano a demostrarnos que su voz no ha perdido ni un ápice de fuerza.

La cosa parece que va pero el ritmo es distinto. Hay algún que otro gran tema por el camino, “Apocalypse Please” fue totalmente inesperada, pero la dichosa manía del grupo de alargar los temas y estar supeditados a que primara más el espectáculo de luces, pantallas y demás que las propias canciones hacía que fuera difícil encadenar siquiera un par de ellas y mantener en todo lo alto al respetable, sobre todo al de las gradas, que lejos del calor de la masa necesita de un plus para engancharse. Cuando se atreven con “Map of the Problematique” (¡gracias!) tras la prescindible “Madnees”, me empiezo a oler la tostada que me la están volviendo a jugar como en su última gira. Es que ni Madonna hace tantas paradas para cambiarse de modelito. Con el trío de “Hysteria”, “Time is running out” y “Uprising” parecen querer recordarnos que cuando quieren, saben. ¿Entonces dónde está el problema? ¿En ellos o en mí? Sin duda en ellos cuando piensan que con “The Globalist” pueden hacer la típica escapada de los bises para regresar con “Take a bow”. Error.

Facilona pero coreable hasta decir basta, “Mercy” se crece con el lanzamiento de más confeti que en las fiestas de Ana Mato. Es en estos momentos donde el ego de Bellamy se multiplica. Vuelvo a recobrar las esperanzas de que aún queden varias balas de las buenas en la recámara, pero no, comienza a sonar una armónica en boca de Christopher y eso quiere decir que “Knights of Cydonia” está al caer y el cierre a la vuelta de la esquina. La disfrutamos, la gritamos, pero el poso que nos iba a dejar no era como el de las grandes noches de antaño. Muse han decidido tomar su camino, jugar en la liga de los estadios, las luces, el confeti a chorros, hecho que no se les puede recriminar si a cambio nos dieran esa fuerza y potencia en directo de la que hacían gala a mediados de la década pasada. Ah, ¿y que para el viernes se dejaron “Bliss”, “Citizen Erased” y “Stockholm Syndrome”? Virgen santa. Con eso no se juega.

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