SÁBADO
El día del sábado del FIB 2016 lo empezamos con el concierto de La Femme, que, por lo que pude ver, revalidaron las buenas impresiones que dejaron en su anterior paso en el FIB 2014, esta vez en un horario más tempranero y menos propicio para montar una buena fiesta. Aún así, los ánimos estaban bastante arriba, y escuchar “Sur la Planche” fue una fantástica manera de empezar la jornada festivalera, que continuaría huyendo del escenario principal, donde Walking on Cars, una especie de pastiche entre Snow Patrol y Coldplay, daba la tabarra en el escenario principal, para pararnos unos momentos a escuchar a Baywaves, los cuales no estaban disfrutando de buen sonido en la carpa.
Al final nuestro destino, ya decidido de antemano, fue ir a Three Trapped Tigers. Lo que había escuchado en disco, una suerte de math rock o rock progresivo me había llamado bastante la atención y esperando algo avasallador como fue en otras ediciones And So I Watch You From Afar, tengo que decir que no estuvo a la altura de los irlandeses, aunque fue una actuación buena. El trío londinense ejecutaron sus canciones de manera meritoria, mención especial al guitarra que demostró un dominio de las seis cuerdas bastante apabullante, y nos tuvo entretenidos los cuarenta y cinco minutos que duró su actuación.


Sería el turno de The Coral que mostró un directo potente, bastante más que en disco, que gustó a buen seguro a fans y no fans, pero personalmente tengo que comentar que es un grupo que se me hace bastante repetitivo y al que le falta ese “algo” característico para diferenciarse de tantas otras bandas para despegar del todo. Aún así, otra buen concierto que acabó con la celebrada “Dreaming of you“.
Era el momento de ir a Echo & the Bunnymen, pero justo en ese momento nos esperaba Kele Okereke en la zona de prensa para contestar a unas preguntas… así que con todo el dolor de mi corazón, llegamos a la entrevista mientras “The Killing Moon” sonaba justo a nuestras espaldas. Y llegó el concierto más esperado del festival, el gran cabeza de cartel que consiguió colgar el “sold out” de entradas de día llevando a Benicàssim cuarenta y seis mil almas: Muse.


Si no me falla la memoria, es la quinta vez que los veo y no han cambiado demasiado en cuanto actitud, y los “trucos” sobre el escenario, los medleys, outros e intros entre canciones siguen siendo iguales o muy parecidos, e igual de efectivos que la primera vez que los vi, pero eso sí, ahora debo quitar el elemento sorpresa a lo que me ofrecen en concierto; también siguen los altibajos, alternando temas tranquilos con otros más contundentes. Siguen estando los temazos de siempre, pero ahora hay una serie de canciones que me sacan literalmente del concierto, y quizá el problema sea mío por no apreciar los últimos discos, o quizá suyo por no conseguir que los nuevos temas me recuerden que hubo tiempos mejores para la banda, una que hoy en día me parece que está viviendo de las rentas y cuyos conciertos auténticos, viscerales, pasaron a mejor vida aún antes de que tuviera la oportunidad de verlos por primera vez hace ya diez años.
El caso es que empezaron como un tiro, con “Psycho“, esa gran canción del último disco pero que deriva de un medley que llevaban tocando en directo ya ni se sabe cuanto tiempo, “Plug in Baby“, “Hysteria” y “Bliss“, momento en el que la verdad nos las prometíamos muy felices. Sin embargo, llegaron las canciones de los dos últimos discos que intercaladas con los temas de siempre “Supermassive Black Hole” o “Time is Running Out“, me provocó esa sensación que comentaba de “ahora sí, ahora no”. Resumiendo, creo que particularmente ya me ha aportado todo lo que podía esta banda, pero para los que descubren ahora su directo, puede seguir siendo una gran experiencia. Y desde luego nunca me cansaré de cerrar con “Knights of Cydonia“.
A continuación estaban Bloc Party y Delorean actuando a la vez, pero decidimos que, llevando desde las siete y pico sin parar, era momento de tomarnos un descanso. Delorean particularmente parecía estar sonando muy bien y me quedo con ganas de ver cómo llevan al directo su último y reciente disco.


Sería el turno de Disclosure, que creo deberían haberse estrenado antes en un festival que les viene como un guante, y que puso a bailar al festival desde el comienzo, con el hit “White Noise“, y en el que no faltaron tanto éxitos pasados, “When a Fire Starts to Burn“, “You & Me“, “Latch” junto con temas del nuevo como “Omen“, “Jaded” o “Echoes“, además de la colaboración especial de Brendan Reilly en “Moving Mountains”, ofreciendo éste una interpretación vocal muy potente.
Breakbot a continuación nos esperaba en el segundo escenario, VISA, con una sorpresa agradable en forma de live con banda en el que tocaron música de estilo funky disco, genial para ir despidiéndonos de un día muy intenso.
DOMINGO
El domingo empezamos también temprano con el happy-punk ejecutado de forma bastante limpia por Fidlar, que dieron un concierto muy divertido pero con poca gente, aunque muy entregada en las primeras filas. Lástima que esta actuación no fuera un par de horas más tarde la verdad.


Al terminar Fidlar, me acerqué a ver qué hacía Jess Glyne, que entonó el famoso tema que canta con Clean Bandit “Rather Be“, para proseguir al escenario J&B para escuchar los últimos compases de un concierto alargado de Kid Simius que estaba sonando muy muy bien. Y es que alargaron su actuación merced al retraso que sufrió el concierto de Little Simz, a la cual ya no pudimos ver .
Ante tal complicación me acerqué a ver uno de los shows que más gente congregó ese día; el de Catfish & the Bottlemen. No son lo mío pero puedo entender perfectamente por qué triunfan de la manera que lo hacen, suenan enérgicos, tienen melodías pegadizas y derrochan carisma; aunque la música que hacen ahora mismo no me llama mucho la atención, al menos tienen algo que les hace mejores que los insufribles The 1975.


Nos fuimos de allí antes de que terminara para poder ver el principio de Mac DeMarco, que estaba ofreciendo una actuación muy buena pero que abandoné para ver el concierto íntegro de Young Fathers, que congregó a bastante menos gente pero que sin embargo se marcaron un gran concierto en el que apenas paramos un instante, mención especial a esos dos grandes temas pop que son “Get Up” y “Shame“, canción que luego repetirían en el concierto de Massive Attack.
Tiempo entonces para cenar y prepararnos para el gran final: Kendrick Lamar que ofreció un gran concierto en un escenario grande cuyo austero visual, así en singular, mostró la leyenda “How Much a Dollar Cost” durante todo el concierto, y en el que fue desgranando temas de sus dos últimos y aclamados discos, con la excepción de “A.D.H.D” , y en el que el escenario grande de Benicàssim quedó constancia, si no lo había hecho ya con otros grupos como Gorillaz, que el hip-hop actual tiene un hueco preeminente y ganado a pulso en el festival.


Entre éste y Massive Attack fuimos un momento a ver a Dj Shadow, pero la impaciencia nos pudo y en seguida regresamos a ver a los de Bristol, que ofrecieron un concierto con un sonido perfecto, cristalino, pero con un tempo un poco lento para las horas que eran, y en el que hubo un par de temas olvidados, “Angel” y “Teardrop“, en parte debido a la ausencia de Horace Andy, pero sí que se acordaron de otras grandes canciones como “Risingson“, “Unfinished Sympathy” o “Inertia Creeps“, en un bolo marcado por la irrupción en la parte central de los Young Fathers, que no sólo cantaron sus colaboraciones con Massive Attack, si no que también interpretaron un par de canciones de su cosecha, “Old Rock’n’Roll” y “Shame”, que dieron una marcha más al concierto durante unos breves momentos. Gran actuación en cualquier caso, acompañada por unos visuales que ya pudimos ver en otras ocasiones, como el Sónar de hace un par de años, en el que se pudieron ver curiosos mensajes anti-establishment, como el de “Sánchez y Levy, incapaces de unirse en un gobierno, pero unidos en el FIB”.


Pudimos disfrutar, este año sí, del Danubio azul con el que solía cerrar siempre el escenario grande del FIB y que echamos mucho de menos el año pasado, para a continuación ir a cerrar el festival con Daniel Avery, que se marcó una sesión sin altibajos, elegante, que puso el punto y final a un FIB 2016 en el que se volvió a recuperar el pulso al resto de festivales nacionales, y siendo como es el festival más cómodo y mejor organizado, eso le da, o debería darle, muchos puntos a la hora de plantearse a qué festival regresar el próximo 2017.