La primera vez que entrevisté a Eme DJ, lo hice para mi blog. Ella comenzaba a despuntar por aquel entonces y, aunque ya desprendía humildad, hoy me encuentro a una persona cuyo proceso vital ha hecho que sea alguien totalmente diferente. “Mismo sitio, distinto lugar”, como dirían mis queridos vetustos.
Recientemente se hacía viral un hilo en Twitter en el que Marta le escribía una carta de amor a su crush (Elena) a partir de títulos de canciones en forma de lista de Spotify, cosa que, incluso a ella, acostumbrada, por qué no decirlo, a generar algún que otro revuelo gracias a su sinceridad sin límites, le pilló por sorpresa. Pero no es nada nuevo decir que la DJ gallega es mediática y que no suele dejar indiferente a nadie, lo cual, en esta sociedad que nos engulle en la vorágine de lo artificial y fomenta el postureo ilimitado, es de agradecer.
Sentadas en un rincón del Pub El Otro, en Sada (el que ha sido uno de sus grandes refugios este verano), repasamos su trayectoria y llegamos hasta el punto personal en el que se encuentra actualmente.
Entrevista a Eme Dj
Hoy en día eres uno de los grandes referentes musicales en nuestro país, ¿te reconoces como tal?
Me ha costado reconocerme y verme reconocida, pero sí. Cuando yo empecé había menos chicas, pero, poco a poco, se le ha ido dando visibilidad al tema. Antes que yo hubo muchas, soy consciente, pero en el mundo del indie no tantas. Tampoco me creo mejor que nadie, pero sí es cierto que por mi forma de ser, por el hecho de haber sido siempre muy mediática y también por la forma de haber gestionado el trabajo creo que actualmente soy un referente. Me gusta serlo y me enorgullezco de ello, especialmente por haber inspirado a otras chicas que actualmente están incluso más arriba que yo, porque yo solamente tenía referentes masculinos y ahora, en cambio, tengo mogollón de referentes femeninos.
Este verano ha sido un poco diferente. Acostumbrada a un ritmo más frenético, ¿qué ha supuesto para ti haber pasado este tiempo en Galicia y pinchar en otro tipo de festivales tan distintos a los que has acudido habitualmente a lo largo de tu carrera?
Galicia ha supuesto para mí una cura de ego brutal. Me ha venido genial, la verdad. No sé si es el efecto del agua del mar o que el ritmo en general es diferente, pero aquí soy capaz hasta de bajar a la calle en chándal de una forma totalmente despreocupada. De haber estado en Madrid en la época en la que me sentía especialmente vulnerable en lo referente al éxito o al fracaso (cosa que he trabajado mucho a lo largo de este año), seguramente tendría ansiedad pensando “este año no voy al Arenal o al Sonorama”, e incluso habría llorado, probablemente. Sin embargo, estando aquí me he dado cuenta de que no me importa, porque, como contrapunto, he estado en festivales como O Marisquiño u O Son do Camiño y para mí ha sido suficiente, porque me he dado cuenta de que no necesito hacer diez o doce festivales para sentirme realizada y por fin he aprendido a valorar mi carrera y la de los demás.
Siguiendo con el hilo de la época de vulnerabilidad a la que haces referencia, en 2015 dedicas un capítulo en tu libro a la ansiedad, pero no es hasta hace algunos meses cuando decides hacerlo público en las redes sociales. ¿Qué te llevó a dar ese paso?
Decido hacerlo público pensando en que yo no tuve ningún referente, ya que no se le daba visibilidad a los problemas mentales. De haberlos tenido con 12, 13 o 14 años, estaría mucho más sana de lo que estoy ahora, con lo cual quiero ayudar a todas esas personas que están pasando por lo mismo. Las enfermedades mentales siguen siendo un tabú y pienso que visibilizarlas ayuda a dejar de estigmatizarlas; es importante que se hable de ello, porque los problemas mentales van a más, en gran parte debido a las redes sociales y el “postureo” que se deriva de ellas: te obligan a estar fingiendo constantemente el éxito, hasta que entiendes que no hay por qué venderse a algo que no necesitamos.


¿Hubo consecuencias laborales tras hacer públicos tus problemas de ansiedad?
Llegó un punto en mi carrera en el que me permití el lujo de contarlo, porque he estado en lo más alto, tocando en festivales como el Sónar, que era uno de mis grandes sueños, y en lo más bajo. Hacerlo público me ha ayudado a asumir mi nuevo estatus y a darme cuenta de que no he fracasado, porque lo pienso fríamente y estoy bien: tengo trabajo, estoy dando clases, pincho de vez en cuando… Entonces, como ahora mismo me encuentro en un momento estable, voy a decirlo: me han llamado mucho menos. Incluso en una sala en la que sufrí un ataque de ansiedad y no pude pinchar no me han vuelto a llamar jamás. Y de la misma forma que me permito el lujo de contar esto, también me he permitido la licencia este año de pinchar en verbenas de pueblo en las que me han tratado incluso mejor que en grandes festivales y donde he visto y valorado el hecho de saber dónde quiero estar.
Ante este nuevo estado de aceptación de tu nueva realidad, ¿en qué punto personal dirías que te encuentras?
Se me están abriendo muchas oportunidades en el mundo laboral, concretamente en el campo de la enseñanza. Hay nuevos centros y actualmente estoy a punto de comenzar un curso de FP en el cual aporto mi granito de arena para formar a futuros DJs, partiendo de la base de que pinchar no es una ciencia y que, aunque cualquiera puede darle al play hoy en día, pretendo enseñar más allá y que vean la esencia de esta profesión, de cómo empezó todo esto y de cómo va a continuar aplicando los avances de la tecnología. Me veo tranquila y siento que debo aprovechar el momento, porque no me veo pinchando hasta los 50. No creo que mente y cuerpo aguanten ese ritmo frenético de la noche, es un ambiente que desgasta mucho.
Retomando un poco el tema de los festivales por los que has pinchado este verano, ¿qué sensaciones tuviste en O Son do Camiño?
Lo recuerdo y me emociono. Hasta el momento, la mejor noche de mi vida siempre había sido la del Sónar 2010 por diversos motivos: fue en A Coruña, había venido mucha gente de Sada a verme (incluso personas que me habían criticado y, de repente, ahí las tenía: aplaudiéndome y reconociendo mi trabajo)… pero tengo que decir que la de O Son también ha pasado a ser mi preferida: el hecho de salir al escenario con la bandera de Galicia atada al cuello me hizo experimentar un subidón de adrenalina brutal y sentir un orgullo patrio que casi no puedo ni describir. Sentí que me desmayaba de la emoción. Para mí Galicia es… la terriña. Lo es todo.
¿Ese orgullo patrio lo sientes también al ver el estado actual del panorama musical gallego?
Sí. Lo veo en el top, sinceramente. Ayer pinché en el Nachiños Fest y estaba petado; antes había pasado por Pantín y lo mismo. La gente acude a los festivales porque cada vez hay más y mejores grupos. Además, tengo que decir que los músicos gallegos nos llevamos muy bien entre nosotros, fuera hay más rivalidad. No sé, se me ocurren muchas bandas muy buenas, pero creo que dos buenos ejemplos de la calidad de la música gallega actual serían Novedades Carminha y Presumido.
¿Qué metas tiene la Marta de ahora?
Hace muchos años, mi sueño era pinchar en Miami o en Ibiza, pero, con el paso del tiempo, me ha dado cuenta de que no pego ahí ni con cola. ¿Por qué me pongo una meta como Ibiza si estoy bien donde estoy? Ahora simplemente me dejo sorprender por el día a día y las cosas que me va deparando la vida, como O Son do Camiño, por ejemplo, que no me lo habría imaginado y se ha convertido en una experiencia que me ha marcado muchísimo, así que me dejo llevar y a ver por dónde van las cosas. Lo que sí me gustaría, además de colaborar nuevamente con Zahara, es que me dieran un papel en Euphoria o en Paquita Salas.
Desde aquí le hacemos un llamamiento a los Javis para cumplir uno de esos sueños pendientes de Eme DJ. Y yo solamente puedo darle las gracias por su generosidad al concederme esta entrevista.