Crónica del concierto de La Trinidad y Temerario Mario en Madrid (MAZO Madriz)

Por Ana Rguez. Borrego 0

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Curioso. Hace algo más de un año, casi coincidían los mismos músicos sobre un escenario en Madrid. A finales de 2019, La Trinidad abría el primero de los conciertos de Carolina Durante en La Riviera. Unos cuantos meses después, los malagueños eran los protagonistas de esta nueva cita de MAZO Madriz, y el encargado de abrir el concierto fue Temerario Mario, el proyecto en solitario del guitarrista de Carolina Durante. Para redondear el combo de curiosidades, ambos presentaban algo: La Trinidad su disco de debut, Los Edificios Que Se Derrumban (Sonido Muchacho, 2020), y Temerario Mario La música moderna que emociona a la juventud (Sonido Muchacho, 2020), el EP que sirve de presentación de este nuevo proyecto.

Descubriendo a Temerario Mario

Cuando estaba terminando de entrar la gente, Temerario Mario se subió al escenario, él solo, con su guitarra, abriendo la noche con “El Blues de Temerario Mario”. Una faceta completamente distinta de Mario del Valle, que parecía distanciarse de lo que habíamos escuchado en el EP. ¿Pero él solo? Cuesta imaginarlo, aunque también piensas “bueno, puede ser interesante, por qué no”. También se te cruza por la cabeza si no tocaría con él Juan Pedrayes, su productor y compañero en Axolotes Mexicanos y Carolina Durante… Hecho. Desde la segunda canción allí estuvo, acompañándole a la batería durante todo el concierto.

Y entonces todo varió: ya no era un recital con ciertos toques de introspección, en el que Mario experimentaba consigo mismo. En casi media hora, Temerario Mario se retó a sí mismo con esa frase que se suele repetir en los conciertos. “Más rápido“. Mucho más, normal que su primera canción, “Quiero Besar”, apenas durara un minuto. Pero todo eso son detalles sin importancia, pues si hay que definirlo con una sola palabra sería divertido. Es lo que transmite con cada una de sus canciones, todas las que aparecen en el EP, a las que se sumaría su versión de “Rosario, toca el pito” de Kaka de Luxe. Una carta de presentación (no olvidemos que es su primer concierto), con sus pretensiones y sus influencias, que nos descubre a un artista con un universo propio, entre la cultura pop y la inmediatez próxima al punk, que hasta entonces parecía estar en un segundo plano.

Temerario Mario cerró con su versión de “Shibum Shibum”, acompañado de La Trinidad. La letra les fallaba (de hecho, se ayudaban con el móvil), pero en el fondo era un detalle sin importancia: aquello era una auténtica fiesta que de no ser porque había que permanecer sentados en nuestros asientos, hubiera habido invasión del escenario por parte del público.

La evolución constante de La Trinidad

Con la fiesta por todo lo alto era el turno de La Trinidad, que poco tardaron en subir al escenario. Abrieron con “Ruinas”, el primer tema y el más breve de Los Edificios Que Se Derrumban, pero también el que más sentidos tenía. ¿Las ruinas, el resultado de un edificio que se derrumba? ¿Quizás es el tema que mejor condensa todo lo que hay en el disco? ¿Optarían por un setlist calcado al orden de las canciones? “Te Espero en el Moldava” y “Ay, Tus Ojos” fueron las siguientes, de manera que dejaron planteada la idea del concierto: presentar sus nuevas canciones, todos los significados que encierran, a la vez que hacían guiños a sus anteriores EPs (“Tragedia Nacional” y “La Joya”, junto con las que ya hemos mencionado), en esas melodías que justificaban su evolución desde el garage más rabioso hasta un sonido reconocible y pegadizo, próximo al pop.

Quizás en otros grupos no ocurre, pero en el caso de La Trinidad merece la pena atender a ambos planos. Porque tienen el don de crear letras sobre las que debes pensar, al tiempo que te aprendes muchas de esas frases geniales. Por eso, no era de extrañar que Sixto pidiera que le subieran el micro para que se le escuchara bien. Sobre el sonido, es mucho más que lo que decíamos en el anterior párrafo. Eso es lo que percibes en el disco; cuando pasas al directo, es hora de fascinarte con su dominio de los instrumentos, su capacidad para redondearlo, hacerlo crecer e incluso arriesgar sobre lo que hay en el papel. A medida que se suceden las canciones, Jorge y Carlos hacen que el ritmo sea más juguetón con el bajo y la batería (qué lástima el no poder levantarte de la silla y echarte a bailar), mientras que Sixto experimenta con las posibilidades de los pedales. Tanto que cuando termina te quedas con ganas de más: es lo que tiene terminar por todo lo alto, con “La Joya” y “La Clase Media”.

Quizás no fue la noche más brillante. Puede que influya en esa impresión el recuerdo de aquel concierto en el aniversario de la Wurlitzer en que los descubres, en la que no tenían la presión de presentar su primer disco, que no estaba su técnico de sonido habitual (maldita Filomena) y que apenas han podido tocar en directo (el ensayo perfecto, en el que testeas las sensaciones del público). Pero en el fondo eso son detalles absolutamente ocasionales. La Trinidad no pierde ese valor de ser un grupo que debes disfrutar (y redisfrutar) en directo: tienen muy claro a qué quieren sonar y lo consiguen.

Galería del concierto de La Trinidad y Temerario Mario

 

Fotos de Ignacio Sánchez-Suárez.

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