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Electromar 2011: el año de la consolidación

Por Jose A. Rueda 9

MOBY / Javier Rosa

Una media de 16.000 personas por día han afianzado al festival Electromar como cita imprescindible del panorama electrónico.

El viernes 29 de julio el recinto situado en la playa de Los Narejos (Los Alcázares, Murcia) abría las puertas a una riada de asistentes que colapsó taquillas y accesos. Esta avalancha agobió tanto a los trabajadores como al público del Electromar, y los empujones y gritos se convirtieron en la nota negativa del festival. Más de 14 mil personas el viernes y hasta 18.500 el sábado (que supuso que se colgara el cartel de “no hay entradas”) hicieron del festival un éxito, está claro, pero no se puede usar el mismo calificativo para la respuesta organizativa ante tal imprevista cantidad de gente.

Moby se coronó como la estrella de la primera jornada, y probablemente de todo el festival. El norteamericano, enfundado en una camiseta que rezaba “Democracia Real Ya. Cartagena”, no defraudó y echó mano del repertorio más conocido, esto es, los álbumes “Play” y “18″. El directo de Moby ofreció todo lo esperado de un concierto de música “casi” electrónica: pocos teclados, nada de laptops y mucho instrumento electroacústico. El de Harlem, hiperactivo, se encargó de la guitarra y de los timbales además de las voces, mientras que Shayna Steele dió el toque soul con su prominente voz. Esta escenografía musical transformó “Bodyrock” en un verdadero temazo de rock y “Porcelain” en toda una banda sonora cuasi orquestal. “Natural blues”, “Lift me up” y “Extreme ways” también sonaron en Los Alcázares.

DELOREAN / Javier Rosa

Antes habían pasado por el escenario principal los donostiarras Delorean, cuya explosión de texturas sonoras cautivó los oidos del respetable. Un show sencillamente perfecto que sirve para manifestar por enésima vez la grandeza que Delorean aún no tiene ganada en nuestro país. Una grandeza que sí parecen estar obteniendo Foreign Beggars y todo gracias a un cóctel de hip-hop y electro de vieja escuela que los londinenses agitan y rocían con insolencia desde las tablas.

En el escenario Barceló (una carpa en forma de medio tubo descubierta por ambos extremos) nos encontramos a una Ellen Allien inclinándose por un electrohouse sucio en detrimento de su vertiente más dura. Pero, sin duda, el más vitoreado de la noche del viernes fue Marc Marzenit, que descargó su habitual trance de elaboradas bases y eternos subidones que acabarían por desencadenar las clásicas mareas de manos en el aire. Mientras, en el escenario principal los asistentes no parecían estar pasándoselo peor con el techno cálido de mucha alma groove que Umek disparó desde el portátil. El esloveno casi incendió las torres sónicas.

La extraña combinación de la electrónica más dura con el pop-rock más dulce sacrificó al segundo colectivo durante el sábado 30 de julio, la segunda jornada del Electromar. Supersubmarina fueron los más perjudicados, ya que poca gente se acercó al escenario principal para escuchar a los de Baeza. De todas maneras, esos incondicionales rugieron con cada tema de “Electroviral”, aunque habría que advertir a Jose Chino y compañía que la fuerza de “Cientocero” y “XXI”, así como la del último single “Emperatriz” se pierde sobre las tablas, por lo que deberían pulir sus directos si pretenden aspirar al triunvirato del indie nacional en el que se encuentran Vetusta Morla, Love Of Lesbian y Lori Meyers. Precisamente los de Loja eran los siguienten en el escenario principal, desde el cual enseñaron el significado de “adaptarse al medio” y, sabiendo que eran unos extraños en el paraíso tecnófilo, avisaron de que tenían una sorpresa para el final. Cuando desgranaron los habituales hits de todos sus conciertos (“Dilema”, “Luces de neón”, “Alta fidelidad”) clausuraron el de Electromar con la potente “Mi realidad” a la que añadieron un premeditado y extenso final de electrónica bailable. Más que una sorpresa, este bis fue un regalo adrenalínico para un personal a punto de gozar del resto de actuaciones 100% electrónicas que les esperaban. 

LORI MEYERS / Aurora Cara

De todas formas, todavía quedaba un hueco reservado para las guitarras, pues 2manydjs sintonizaron Radio Soulwax para ofrecer su extensa colección de remezclas entre las que se encontraban temas de Blur, Nirvana y Motorhead. Pero en realidad los hermanos Dewaele han perdido toda capacidad de sorpresa. Se lo pasa uno de puta madre, de eso no hay duda. Pero sus shows se están convirtiendo en demasiado previsibles: introducción con Chemical Brothers y “Hey boy, hey girl” (“2manydjs, here we go!”), “Standing of the way of control” de Gossip, “Kids” de MGMT,… y, cómo no, su habitual guiño al público español: “Así me gusta a mí” de Chimo Bayo. En resumen: lo de siempre.

El techno con olor a madera vieja vino de la mano de Pascal FEOS y Popof (más duro el segundo que el primero) los cuales brindaron sendas sesiones con aires retro que advierten la llegada de un nuevo revival electrónico. Entre medio de ambos actuaron Make The Girl Dance y The Zombie Kids, dos propuestas muy similares a priori (DJs pinchando y speakers animando el cotarro), pero el duo francés basó su sesión en archiconocidos hits y breves intervenciones del MC, mientras que los Zombie Kids ofrecieron un espectáculo gamberro en el que incluso invitaron al público a beber a morro de las botellas de güisqui que trajeron. Mientras tanto, Marco Carola enamoraba con su techno elegante a unos pocos “electromarinos” que prefirieron un espectáculo más refinado del que se estaba viviendo en el escenario Barceló. El italiano encandiló a los asistentes con su belleza musical (ya que en lo físico anda algo desmejorado, cada vez más alopécico y entrado en kilos) y clausuró el escenario principal tras un impecable set de los que gustan cuando sale el sol.

Y así concluyó Electromar, una buena propuesta para el sureste español que se quedó huérfano de electrónica desde la marcha del Creamfields almeriense a tierras gaditanas. La apertura hacia la electrónica de masas que practican Moby e, incluso, Delorean ha sido un anzuelo que han mordido los amantes de esta especie de “rocanrol de siglo 21”. Sin embargo, la apuesta por el pop-rock de balancín entre lo indie y lo mainstream ha suscitado un gesto de extrañeza por parte de hasta los propios grupos. Quizá para futuras ediciones los organizadores deban meditar la rentabilidad de traer este tipo de bandas a un festival que no se quita de encima la etiqueta de electrónico… La lleva hasta en el nombre.

2MANYDJS / Aurora Cara
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