Crónica festival Tomavistas

Por Ana Gadea 6

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Cierra los ojos y sueña con un festival cómodo, limpio, en el “centro de la ciudad” y con un cartel interesante. Deja de soñar que el festival Tomavistas es una realidad tangible que pudimos disfrutar este pasado fin de semana en el (incomprensiblemente) olvidado parque Enrique Tierno Galván de Madrid. Tres jornadas soleadas en un recinto pequeño pero apañado, donde apenas sufrimos colas ni para pedir, ni en el baño, con un sistema de vasos pagados a dos euros, lo que unido a la educación de los asistentes consiguió que apenas hubiera suciedad en el parque y fuera cómodo sentarse en cualquier rincón. La fauna que asistió al Tomavistas distaba de ser la clásica que se puede encontrar en otros eventos como el Arenal Sound, SOS4.8, con una media de edad que rondaría la treintena, pudiéndose ver parejas con hijos, sobre todo en la jornada del domingo. Un ambiente cercano y relajado por todos lados, incluso en las barras con unos camareros que te saludaban cada día al ir a pedir tu bebida.

Parece difícil que pudiera ocurrir esto en un festival, a que sí. Pero lo difícil es ya un hecho, y esperemos que consolidado a partir de ahora en el calendario festivalero, aunque no estamos del todo seguro si la cantidad de público hace cuadrar las cuentas, sobre todo por la jornada del viernes, con poco más de mil personas (cálculo hecho a ojo eso sí).

En el apartado musical el festival optó por conciertos que no se solaparan pero sin margen de tiempo para el respiro entre unos y otros; un tiempo que se agradecería para poder descansar. Una música que gran parte del tiempo que sonó correctamente a excepción de los conciertos de The Suicide of Western Culture, quienes pidieron perdón por sonar demasiado flojo, o unos Triángulo de Amor Bizarro que dejaron a sus seguidores con ganas de más potencia. Todo al parecer por unos problemas con los vecinos debido al volumen de los conciertos del viernes que obligaron a limitar la potencia.

Australian Blonde @ festival Tomavistas por Ignacio Sánchez-Suárez
Australian Blonde por Ignacio Sánchez-Suárez

En el apartado de sobresalientes empezaremos por el último concierto del que disfrutamos, el de Australian Blonde. Tras verlos el verano pasado en el Sonorama y constatar el buen estado de salud de su música con el paso de los años, estar presente en la única fecha de la banda este año era una obligación y ellos no fallaron. Con un Paco Loco desatado acaparando todas las miradas con sus gestos, su particular show y su bragueta bajada, los de Francisco Nixon nos trasladaron en su particular Delorean a los 90 para disfrutar de su célebre “Chup Chup”, así como de otras joyas como “Cool dive”, “Cosmic” o “Sebastopol”. Ah, costará borrar de nuestra retina el calvo con el que Paco nos obsequió.

Lo de A Place to Bury Strangers despertando seguramente a medio vecindario en la madrigada del viernes quedará para el recuerdo de los presentes. La música abrasiva, densa y oscura de los estadounidenses fue todo un shock. Todo un ejercicio de pegada que pareció finalizar cuando el simpático de Oliver Ackermann decidió reventar su guitarra ante el masivo aplauso generalizado, pero que continuó justo delante de la torre de sonido con el trío martirizando sintes mientras les cercábamos estupefactos. Chapó.

El resto de conciertos del Tomavistas rayaron un meritorio notable, desde unos Novedades Carminha que siguen ganando adeptos a su causa fiestera y que tuvieron que lidiar el viernes por la tarde con el sol y el público aún en camino al recinto, así como unos Guadalupe Plata asentados ya como una de las bandas más solventes sobre las tablas de cualquier recinto. Los de Úbeda encajaron a la perfección su blues pantanoso en un horario ideal. Sentimos qué se siente al matar a un gatito o lo que es jugar en la “Calle 24”.

El público madrileño esperaba con muchas ganas la presentación en la capital de Salve Discordia, lo nuevo de Triángulo de Amor Bizarro. Un trabajo más limpio a lo que nos tienen acostumbrado y que fue el eje de su actuación. Con el acelerador pisado a fondo desde el principio fueron cayendo “Desmadre estigio”, “Baila Sumeria”, “Nuestro siglo Fnord” o la enorme “Barca quemada”, junto a otras canciones que ya podríamos considerar como clásicos: “Estrellas Místicas”, “El Crimen: Cómo Ocurre y Cómo Remediarlo” o “Robo tu tiempo”. Amagos de pogos por una afición sedienta de marcha pero que como ya os comentábamos al principio se quedó algo insatisfecha por la falta de potencia en el sonido. La guinda para cerrar “De la monarquía a la criptocracia”. Ojalá pudiéramos verlos cada fin de semana.

La queja del sonido siguió con The Suicide of Western Culture, el escenario Mondo Sonoro se quedó a medio gas, lejos de la fiesta que prometía el dúo catalán, que como ya hemos contado tuvieron que pedir disculpas por haber sonido así. Una pena la verdad.

Que Perro lo borden en directo no debería de extrañar a nadie, y sobre el escenario principal dieron buena muestra de ello. Cada vez más rodados, más contundentes, supieron hilar los temas de sus dos álbumes con alguna joyas de sus inicios maqueteros como “Atrévete a bailar”. A pesar de contar con un público algo reacio al despiporre, con el paso de las canciones unieron a su causa hasta a un Valeri Karpin oculto entre las primeras filas que pudo darlo todo y más con “Marlotina”.

El Último Vecino @ festival Tomavistas por Ignacio Sánchez-Suárez
El Último Vecino por Ignacio Sánchez-Suárez

Con El Último Vecino el flechazo fue casi instantáneo. La verdad que es nuestro acercamiento a ellos había salido casi nulo desde que se dieron a conocer, y casi salimos del festival unidos a su club de fans. Sus aires ochenteros, sus poses, su incitación al baile, la noche cerrada y con temperatura agradable… todo fueron factores que incitaron a sumergirnos en su música y grabarnos a fuego el pegadizo estribillo de “Culebra, Columna y Estatua”.

La clase de este festival vino de la mano de The Wedding Present con un David Gedge al frente bastante más parlanchín que lo de costumbre. Su recital de apenas una hora nos demostró que el que tuvo retuvo y que su pop/rock es completamente atemporal. Un recorrido por su extensa discografía con un punto álgido en “Interstate 5”. La réplica a éstos se la tuvieron que dar los gaditanos Holögrama, quizá de los más desconocidos del cartel aunque hicimos acto de presencia por los buenos comentarios que nos llegaron de nuestros compañeros del sur. Esencia kraut para unos temas que se decantaban en ocasiones por un viaje astral y en otras por un viaje a la pista de baile. Todo un descubrimiento, de esos que te llevas para el recuerdo. En ese mismo escenario, el Mondo Sonoro, unas horas antes debutamos ante unos Siberian Wolves que parecen crecer en notoriedad a pasos agigantados. Su propuesta entra como un elefante en una cacharrería, fuerte. Batería y guitarra, y agárrase quien pueda. Con canciones como “Dark Side”, “Kevin, Ashley” o “Block Your Mind” lo tenían bastante fácil para convencernos de lo efectiva que es su música, y así fue. Buena dosis de rock vitaminado con tintes garageros.

La increíble jornada del sábado también nos tenía guardada una cita con J, Manu Ferrón y compañía, o lo que es lo mismo Grupo de Expertos Solynieve, quienes demostraron su clase y saber estar tanto a la hora de abordar sus nuevas composiciones, las de Lucro Cesante, como las de su álbum de debut, Alegato Meridional, que justo ahora cumple diez años. Pudimos disfrutar de “Una muerte lenta y dolorosa o de “La nueva reconquista de Graná”.

Señores @ festival Tomavistas por Ignacio Sánchez-Suárez
Señores por Ignacio Sánchez-Suárez

Otros que no paran de crecer también son los granadinos Trepàt. Su art-rock hipnótico se plasma sobre el escenario en un cada vez más desatado Juan Luis que no para de contornearse mientras escupe las letras de El amor está en la Tierra (Miel de Moscas, 2015). Ellos querían que arrancásemos y así lo hicimos. Más talento joven, esta vez venidos desde Bilbao: Señores. Los amantes del pop/rock de toda la vida seguramente cayeran rendidos ante una propuesta tan aparentemente simple como efectiva. Nosotros lo hicimos y nos dejamos llevar por su frescura y simpatía. Otros que beben de las mismas influencias y tienen un resultado igual de notable son Luis Brea y el Miedo. Primera vez que nos encontrábamos con ellos en directo y por fin en la jornada del domingo pudimos entender el por qué de tantas y buenas críticas a su directo. Esa misma tarde Mucho nos envolvieron en sus nuevos ropajes cada vez más psicodélicos; y es que la banda decidió centrarse en Pidiendo en las puertas del infierno para demostrar la valía de sus nuevos temas como “Las puertas del infierno” o “Nuevas ruinas”. Supieron conectar de maravilla con el público y recibieron la ovación correspondiente.

En la tarde-noche del sábado hubo un hueco para los amantes de las guitarras y la distorsión. Disco Las Palmeras! llegaron para demostrar que Asfixia no tiene nada que envidiarle a sus dos primeros álbumes y que sus nuevos registros algo menos salvajes también tienen cabida. Así sonaron “Cállate la boca” o “Tarde y mal”, sazonadas con “La casa cuartel” o “A los indecisos”.

La nostalgia fue parte importante del viernes con el regreso de Chucho y el homenaje de Cápsula a Bowie. La banda de Fernando Alfaro se quedó lejos de las grandes alabanzas que obtuvo en sus conciertos en el Teatro Lara o Joy Eslava. Así, la presentación de Los Años Luz quedó algo desdibujada, mientras que el ejercicio de Cápsula pudo contentar a la legión de seguidores del Duque Blanco, aunque personalmente el cuerpo se nos quedara igual al no ser bastante amigos de los tributos, pero hay que reconocer que recordar “Starman” o “Moonage Daydream” tuvo su encanto.

Acabó así la segunda edición de un festival al que lo esperamos con muchas ganas para la próxima temporada.

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