El festival madrileño su tercera edición superando los 70.000 asistentes.
VIERNES
Si algo podía hacer aún menos agradable el asfalto de la Caja Mágica a finales de junio era la ola de calor que se unió a última hora a esta tercera edición del Download. Por obligaciones laborales, aterrizar en el recinto nos fue imposible hasta pasadas las ocho de la tarde, momento en el que estábamos más preocupados por localizar las fuentes de agua potable que por prestar atención a Children of Bodom, que ya arrastraban a una buena cantidad de seguidores bajo el solazo del Main stage 2. Tanto la banda con su actuación como la organización colocando numerosos grifos de agua potable cumplieron con su parte para hacer el arranque de la jornada lo más agradable posible.


Quizás fueron las bajas expectativas con las que nos enfrentamos al concierto de Papa Roach o las serias dudas sobre la necesidad de mantener vivo el Nu Metal en 2019, pero los californianos no tardaron ni dos canciones en demostrarnos que estábamos equivocados y en hacernos sentir mal por nuestros prejuicios. Ya estábamos dentro. Jacoby Shaddix estaba tan en forma recorriendo el escenario que cuando mencionó los años que hacían desde la publicación de su primer disco, Infest, lo odiamos por sacarnos de pronto de esta fantasía adolescente en la que estábamos y por hacernos sentir tan viejos. Quizás ayudó que no tardaran ni cuatro temas en recurrir a sus dos primeros discos con “Getting Away With Murder” y “Between Angels and Insects”. Tras repasar sus trabajos más recientes y con el público completamente a favor, volvieron a transportarnos a principios de los 2000 no solo para terminar con la popular “Last Resort” sino para homenajear a Keith Flint con una versión de “Firestarter” seguida de la potente y más reciente “Born For Greatness”. Bien jugado, Jacoby.
Sin saber que acabábamos de ver el que recordaríamos más tarde como el mejor concierto de la jornada, nos lanzamos a recorrer esa explanada en la que tan bien habría venido un césped para ver qué se cocía en el resto de escenario. Y nunca mejor dicho, porque la sensación térmica seguía siendo de 42º. Sin embargo, esto no evito que los suecos Sabaton dieran comienzo a su show con fuegos artificiales y llamas para aportar aún más potencia a su power metal. Si de algo puede presumir este festival, es de espectáculos pirotécnicos.
Tras varias paradas en los ventiladores gigantes –diez puntos por esto a la organización- llegamos al concierto de Mantar. Como admiradora de los grupos de dos, el directo del dúo alemán de Sludge metal me despertaba bastante curiosidad. Con las primeras notas ya se intuía que Mantar es uno de esos grupos hechos para el directo. Una agresividad y contundencia sobre el escenario que supieron mantener durante todo el concierto.
A pesar de tener una línea estilística muy definida, este festival siempre ha guardado un hueco en su cartel para las melodías y para el punk rock noventero más ligero. Este año, ese hueco estaba reservado en la tarde del viernes para Me First and The Gimme Gimmes, el curioso grupo de versiones por el que, desde que se fundara en 1995, han pasado figuras tan conocidas del punk rock californiano como Fat Mike o Joey Cape. En esta ocasión, la banda la encabezaba Spike Slawson quien, pese a su buena actitud, no pudo luchar contra el pésimo sonido que los acompañó durante toda la actuación impidiéndome disfrutar de las difícilmente reconocibles canciones que tantas ganas tenía de escuchar. Una pena, porque el cover de “I Will Survive” bien merecía colarse entre las melenas más heavies y las camisetas de Scorpions.
Tras la gran decepción del día y un breve paso por el concierto de Scorpions –demasiado mayores y demasiadas banderas de España–, solo nos quedaba esperar que Turbonegro nos permitiera irnos a casa con un buen sabor de boca y muchas ganas de volver al día siguiente. Afortunadamente, así fue. La banda de Oslo, sin duda referentes del punk y el hard rock noruego, supo moverse en su amplio repertorio para dar forma a un concierto potente y divertido. La única pega que se le puede poner es que me atrapó hasta el final del concierto de Rolo Tomassi, la banda que tocaba a la misma hora y a la que tenía pensado escaparme si la cosa se ponía aburrida. Lamentablemente, ya debían estar terminando su set mientras gritábamos eso de “All My Friends Are Dead” con los ojos cerrados y los puños en alto.
Recargada la ilusión y los vasos y refrescado el ambiente, quedarme de fiesta un par de horas más con Holy Cuervo Dj’s me pareció en ese momento una excelente idea de la que arrepentirme al día siguiente.
SÁBADO
De nuevo el calor volvía a ser protagonista en las primeras horas de la segunda jornada del festival. En esta ocasión, compitiendo con Red Fang, quienes fueron los culpables de que no quisiéramos llegar demasiado tarde al recinto. Cinco años después de su última visita a la capital, los de Portland visitaban Madrid mientras terminan de perfilar su nuevo trabajo del que poco sabemos, aunque sí que dejaron caer su reciente nuevo single “Antidote”. Apenas dispusieron de tres cuartos de hora donde hicieron un repaso a su carrera: desde la pegadiza “Blood like cream” para arrancar, pasando por “Wires”, “Not for you”, “Flies”, y su hit “Prehistoric Dog” para cerrar. Una pena tener que verlos tan lejos alojados en la sombra o que no disfrutaran de un horario más amable.
Casi de casualidad, nos topamos con el concierto de los barceloneses Ànteros, una grata sorpresa en forma de post hardcore que bien mereció que prescindiéramos de la sombra durante un rato. La banda presentó Cuerpos celestes, nueve cortes que estamos deseando volver a ver en un ambiente más fresco y un horario cómodo.
Movidos por la curiosidad, volvimos al escenario principal donde los suecos Amon Amarth llevaron a cabo, más que un simple concierto, una puesta en escena que superaba cualquiera de las que hubiéramos visto antes y que nos pilló completamente por sorpresa. Varios cambios de lonas, lucha entre vikingos, llamaradas a mansalva y el monstruo final para cerrar el concierto: un dragón. Con todo estos condimentos, su metal pesado entra suave, te hace participar de él y, sin darte cuenta, puedes acabar siendo el más fan aunque no los hayas visto ni escuchado antes. En noviembre anuncian nuevos conciertos en España y no tenemos ninguna duda de que los apuntaremos en nuestra agenda.


La temperatura empezaba a ser más agradable mientras se acercaba la hora del plato fuerte de la noche. No había más que fijarse en las camisetas de los asistentes para saber que Slipknot habían atraído a la mayoría del público en la noche del sábado, el cual esperaba impaciente en el escenario principal mientras los de Iowa se hacían de rogar. Sin embargo, supimos que había mereció la pena la espera en cuanto cayó el enorme telón con el nombre de la banda mientras sonaba “People=Shit” y en el escenario ocurrían tantas cosas a la vez que no sabías a donde mirar.
La banda hizo alarde de esa contundencia en la percusión que los caracteriza aunque quizás, por ponerle un pero, se echó falta algo más de definición en las guitarras. Aún así, sería absurdo decir que la formación de Corey Taylor decepcionó de algún modo a sus seguidores, quienes mantuvieron a los de seguridad alerta durante todo el concierto.
Tras este primer himno, la energía se mantuvo arriba con “(sic)” y solo conseguía bajar unos instantes en las salidas del escenario que los miembros de la banda hacían cada tres o cuatro temas, imaginamos que para recuperar el aire debajo de los abrigos y máscaras con los que se pasaron todo el concierto. Mientras se iban sucediendo temas como “Before I Forget”, “The Heretic Anthem” o “The Devil in I” con la agresividad y fuerza que los define, su líder no tenía más que palabras de amor y agradecimiento para sus seguidores, quizás conmovido por lo que su música sigue provocando en el 20 aniversario de su debut.
Tras algo más de una hora, el inevitable final se acercaba y después de terminar con “Duality”, la banda volvió al escenario para hacer sonar las reclamadas por el público “Spit It Out” y “Surfacing”. Quienes hubieran asistido al festival solo por este show, seguro habrán considerado bien invertido su dinero.
Aunque después de lo que acabábamos de ver ya nos habríamos ido a dormir más que satisfechos, aún quedaba la guinda de la noche. Los navarros Berri Txarrak llegaban a su cita con el Download después de recorrerse medio mundo para poner fin a una carrera de 25 años. Aunque este debía ser su último concierto, Gorka se encargó de anunciar casi al final del show que en noviembre estarán de nuevo en Madrid para ofrecer un concierto propio. Una estupenda noticia que sirvió para coronar un concierto sobresaliente, donde el trío intentó condensar tantos años de música en poco más de una hora.
Siempre reivindicativos en sus mensajes, Gorka tuvo un bonito gesto de apoyo hacia Carola Rackete, capitana del barco humanitario Sea Watch, detenida por el Gobierno italiano. Pese a tener que luchar contra el cansancio acumulado de los asistentes, les sobró actitud y buenos temas para conseguir los últimos pogos de la noche. “Ikasten” o “Infrasoinuak” sirvieron para ir arrancando mientras que su clásico “Denak ez du balio” o la rotunda “Oihu” lograron cerrar la noche con todos los puños en alto.
DOMINGO
En la última jornada del festival tocaba volver temprano a la Caja Mágica para ver a los madrileños Toundra. Porque da igual que sean de Madrid: nunca has visto las suficientes veces a Toundra. Una vez más, nos refugiamos en la poca sombra que quedaba libre para ver cómo la formación de post-rock nos deleitaba con lo mejor de su discografía. Se pueden decir muchas cosas positivas de esta banda, y una de ellas es que nunca defraudan. Toundra son siempre una apuesta segura en cuanto a la calidad, sonido y la energía que consiguen transmitir con temas tan redondos como “Cielo negro”, “Tuareg” o “Magreb”. No es ninguna sorpresa que su concierto se nos acabara haciendo tan corto.
Tenía cierta curiosidad por ver cómo les iba a Soulfly después de haberles perdido la pista hace unos años, pero no tanta como para buscarme un hueco en las primeras filas. Así que tras comprobar con cierta distancia y un bocadillo de jamón que Max Cavalera seguía en forma, me moví hacia el otro extremo del recinto para toparme por sorpresa con As It Is, un grupo emo cantándole a la depresión con los ojos pintados de negro y corbatas rojas. Si lo llego a saber, vengo antes. Las tres canciones que pude ver me sobraron para acabar gritando al cielo estribillos pegadizos como el de “The Stigma (Boys Don’t Cry)”, con la que se despidieron de los pocos pero fieles fans de las primeras filas y de los que nos acabábamos de unir al fandom hace diez minutos.
La pena por no haber estado más atenta a la parte emo del cartel se me pasó en cuanto comenzó el concierto de Fever 333, otros de los que no sabía nada hasta ese momento. ¿De dónde han salido estos tres y qué hecho con mi vida antes de conocerlos? Con solo tres miembros –todos procedentes de formaciones ya consagradas como Letlive, Chariot y Night Verses-, la banda californiana parecía unos RATM que se hubieran formado en 2019, influenciados tanto por el rapcore de entonces como por grupos del hardcore más actual, dando lugar a temas potentes, pegadizos, perfectos. Aunque nos podrían haber metido a todos en el bolsillo solo con su música, el show que ofrecieron hizo que esto les resultara aún más fácil. Y eso que el público no siempre podía atender a lo que pasaba en el escenario porque estaba ocupado intentando proteger su vida en el pogo salvaje que mantuvieron durante buena parte del concierto. Yo, en cambio, no le quitaba ojo a los ejercicios casi circenses que el cantante practicaba sobre el escenario, deslizándose sobre un flat case o subiéndose a una torre de amplis y monitores para mantener el equilibrio arriba sin por ello dejar de gritar.
El impacto que causaron Fever 333 en nosotros fue quizás lo que hizo que el concierto de Architects se nos quedara corto. Como si a su directo le faltara una pizca de brillo pese a la fuerza de su Holly Hell. Sin embargo, ese brillo que buscábamos lo acabamos encontrando de nuevo en el escenario 4 con The Interrupters, comprobando una vez más que el mal sonido de Me First and the Gimme Gimmes no se podía achacar a que se tratara del escenario más pequeño del recinto.
La banda de ska punk liderada por Aimee Allen nos trajo ese punk más bailable que aún no habíamos conseguimos encontrar y que recordaba a bandas como Rancid. No es casualidad que Tim Armstrong haya sido el responsable de la producción de su último disco Fight the Good Fight.


La actitud con la que salimos de este concierto era perfecta para enfrentarnos al de SUM41, referentes del pop punk pese a haberse decantado por guitarras más afiladas y rápidas en sus últimos años. Sin embargo, nada de eso ha hecho que nos olvidemos de aquella piscina vacía en la que tantas tardes pasamos a principios de los 2000. Por suerte, tampoco ellos se olvidaron de “In Too Deep” ni de otros clásicos como “Motivation”, con el que arrancaron el concierto, o como “Still Waiting” o “Fat Lip”. Entre tanto hit sacado de ese mítico All Killer No Filler dieron un breve repaso a su discografía con “Walking Disaster”, “No Reason” o la más reciente “Out For Blood”. Y digo breve porque aún intento entender por qué dedicaron parte del poco tiempo del que disponían a un cover de “We Will Rock You” o a tocar la intro de “Another Brick in The Wall” antes de “Fake My Own Death”. Aún así, esto solo hace que su nota baje de sobresaliente a notable. Nada mal para ser el último concierto de una larguísima gira.
Si Slipknot eran los protagonistas indiscutibles para el gran público del festival en la noche del sábado, no hay duda de que ese hueco lo ocupaba Tool el domingo. Un último concierto que optamos por ver a lo lejos, secándonos aún el sudor de SUM41. Quizás fuera este cambio de ritmo lo que hizo que su espectáculo se nos hiciera aburrido o puede que, simplemente, su música requiera más atención y cercanía de la que podíamos ofrecer a esas horas. Sin embargo, la elección del setlist fue acertada y también lo fueron las proyecciones con las que completaron un set de una hora y media que no decepcionó a sus seguidores.
Después de estos tres días en los que además de la calidad del cartel hay que destacar la excelente organización del evento y cómo han sabido proteger a los asistentes de las altas temperaturas, solo queda desear que los rumores de que esta edición era la última, se queden solo en rumores.