Llega septiembre con los últimos coletazos festivaleros; cita obligada es el ya consolidado Dcode que este año hacía sold out con 25.000 abonos vendidos y se desquitaba de la escasa presencia de asistentes de la edición pasada.
Podríamos decir que fue una noche fría si hablamos de meteorología. Desde media tarde se agradecía la chaquetita poco propia de estas fechas en Madrid. Todo lo contrario si hablamos del ambiente que se respiraba en Ciudad Universitaria, con un cartel marcado por la presencia internacional.
A las cinco de la tarde saltaba al escenario más alternativo del festival, #3 DCODE, la británica Charli XCX para deleitar al público más teenager con su pop enérgico que fluctúa entre lo comercial y lo indie. Con una puesta en escena bastante elaborada que raras veces vemos en un festival de este tipo, la británica salió a ritmo de bases electrónicas para hacer bailar al público, que pese a la hora, respondió de la mejor forma desde la primera a la última canción: “Boom clap” su hit más popular.
Entre la pequeña presencia nacional, si la comparamos con otras ediciones, encontrábamos a Carlos Sadness que a golpe de estribillo pegadizo intentaba ganarse a los asistentes. No sabemos si por cuestiones técnicas u otros motivos la actuación quedó ciertamente deslucida, ya que costaba escuchar al vocalista, que aprovechó para anunciar que éste era el último concierto de la gira, y que a principios de 2018 regresará con nuevo álbum y concierto en la sala La Riviera de la capital.
Sobre las 19 horas era el turno del grupo británico Daughter liderado por la vocalista Elena Torna. Su sensible y dulce voz que consigue atraparte en cada uno de sus temas melancólicos fue garantía de éxito. Los más puristas, me van a perdonar, pero no sabría muy bien definir su estilo musical. ¿Podríamos hablar de un folk-rock con tintes electrónicos?
La caída de la tarde estaba reservada para la estrella Liam Gallagher. Subió al escenario #2 DCODE con un “outfit” bastante moderno, culpable de rejuvenecer unos años al cantante enfundado en unas gafas de pasta ciertamente futuristas. “Rock ‘n’ roll Star”, lema y canción de Oasis, presidia el escenario en un cartel de gran tamaño colocado en la parte delantera del teclado. Gallagher aprovechó para estrenar nuevos temas de su próximo álbum, As You Were, y combinarlos con los viejos hits de la banda, claramente preferidas por los asistentes. Se pudo comprobar con el “Wonderwall” que cerró la actuación y sin persona alguna que no lo cantase. Momento cuñado para que el fin la gente le echase un poco de cuenta al británico y sacase sus móviles para poder decir: “ahí estuve yo”.
Band of Horses ofrecieron uno de los mejores conciertos de la jornada. Su rock melódico impactó directo en la audiencia deseosa de empaparse de una buena dosis de los de Seattle. Sus temas de ritmos cambiantes, potentes de guitarra y con el admirable timbre que Ben Bridwell modula como arte de magia no dejaron indiferente a nadie. No había tregua y se enlazaba éxito tras éxito y sin dar tiempo a coger aliento. “Is There A Ghost” o “The Funeral” fueron claros ejemplos de comunión entre público y banda. Estos cedieron el testigo a Interpol, que llevaban siete años sin pisar la capital y la expectación era máxima. Sobrios, contenidos, y con un bonito juego visual construido a través de luces de contra, los neoyorkinos ofrecieron un show intenso celebrando los quince años de su debut. “Obstacle 1”, “Stella Was a Diver and She Was Always Down” o “Roland” nos hicieron recordar lo bueno que es este álbum al que al final le sumaron tres temas más de Antics: “Not Even Jail”, y las celebradas “Slow Hands” y “Evil”. Chapó.
Exquirla fueron los encargados del duelo simultáneo con Franz Ferdinand, cabezas de cartel. En cuanto asistentes ganaron los de Glasgow, pero no sabemos si en intensidad. Ya que la unión entre Niño de Elche y Toundra creó un ambiente casi místico en la carpa de Dcode. La unión perfecta entre un rock instrumental potente y unas letras complejas que sonaban con ese desgarro y fervor característico del cantante experimentador. Presentaron su primer disco: Para quienes aún viven, que contiene temas como: “Un hombre” o “Europa muda” que bien podrían convertirse en obras de colección. Una pena no poder degustar este exquisito plato con un sonido más acorde, ya que hubo varios momentos en los que Alex Kapranos y compañía se colaban de fondo.
Los británicos The Kooks congregaron en el escenario #2 DCODE a todo el recinto, dispuestos a bailar con su directo enérgico y buenrollista. Los de Brighton siempre muy efectivos con sus grandes hits, casi todos de su primer y segundo álbum. Varry Brava recogían el testigo y sacaban la artillería pesada para hacer bailar hasta a quien le doliese los pies. Ellos se lo pasan bien tocando y eso lo trasmiten en sus letras, no aptas para mentes profundas, pero efectivas en lo pegadizo. Tocaron canciones de Safari Emocional, su último disco, sin olvidar ya clásicos de la “pista indie” como: “No gires” o “Fantasmas”. Los murcianos cerraron gira en Dcode por todo lo alto.
Tras ellos tocó sufrir, al menos poco tiempo, el show de Yall. El trío catalán, más pendientes de aparentar (rodeados de colegas que no paraban de grabarles) que de presentar una sesión digna, ni siquiera consiguió que el público sacara sus móviles para iluminar la noche como ellos reclamaron. Para más inri al cerrar la pinchada con “Hundred Miles” tocarían donde no debían que incluso la canción saltó… Bochorno.
Ya los clásicos ElyElla DJs a golpe de remix, se encargaban de clausurar la edición 2017 del festival madrileño, marcado, en esta ocasión, por las bajas temperaturas y la gran cantidad de público, que no se quería perder el evento que congrega a lo mas “cool de la city” haciendo gala de las últimas tendencias más rompedoras. Una fantasía.